Pilar Reyes

Pilar Reyes

Editora d'Alfaguara

Los caminos de la ficción en el 2030

Muchos de los éxitos de la industria editorial han sido impredecibles. Los límites de la literatura no son los límites del mercado. Los grandes libros inventan sus propios lectores.

Jugando mentalmente, a partir del desafío provocador al que me ha llevado Sergio Vila Sanjuan al invitarme a ser parte de esta mesa, aventuré cinco conjeturas posibles sobre los caminos que tomará la ficción el año 2030. Aquí van.

Me gustaría empezar diciendo esto: una editorial no debe tener los límites de la imaginación de sus editores sino los límites de la imaginación de los escritores. Hay que tener amplitud de miras y muy pocos prejuicios. Una editorial que se ajusta a la imaginación de su editor está restringida, en cambio, si se concibe con la imaginación de los escritores es ilimitada.

Por decirlo de otro modo: los límites de la literatura no son los límites del mercado. Los grandes libros inventan sus propios lectores. Muchos de los éxitos de la industria editorial han sido impredecibles e incluso contra intuitivos. Han puesto el dogma patas arriba y han generado nuevas tendencias. En nuestro oficio no es una tendencia la que genera libros, son ciertos libros (como una suerte de solitarios pioneros) los que crean e inventan una tendencia. Fue así con Harry Potter y Stieg Larsson, con La sombra del viento y Cincuenta sombras, por citar algunos ejemplos de un pasado no muy lejano.

Las ideas que siguen intentan pensar cuáles pueden ser los derroteros por los que surjan esos libros únicos que generarán tendencia en el futuro.

En 13 años estaremos instalados en el 2030. Trece años atrás, en 2004, el mundo empezaba a conocer la Web 2.0: No había redes sociales, ni libros electrónicos, ni el datismo era nuestra nueva religión.

Los economistas predicen tendencias a futuro mediante proyecciones. Sus supuestos aventuran que, por primera vez, la mayoría de la población del mundo estará en la clase media, no pobre, como lo ha sido a lo largo de la historia. También que la población viviendo en ciudades superará el 60% en el 2030.

Mi primera conjetura es que ese desarrollo vertiginoso de las ciudades hará de las urbes las grandes protagonistas de las novelas. Los lectores reclamarán historias localizadas en la ciudad en la que viven, ciudades que adquirirán la dimensión de países, en términos de población y de crecimiento económico. La novela negra puede seguir siendo un buen género para explorar literariamente este espacio.

Mi segunda conjetura tiene que ver con los personajes. Creo que las mujeres seguiremos siendo las grandes consumidoras de ficción y que eso tendrá un correlato en el tipo de novela que se escriba. Veremos aparecer personajes femeninos muy fuertes y su universo de preocupaciones será un campo de exploración recurrente. En este apartado será relevante el hecho de que envejeceremos como población. En 2035 Europa tendrá una edad media superior a los 45 años. Las preocupaciones vitales de las protagonistas a las que me refiero no podrán ser ajenas a este dato.

La literatura durante mucho tiempo ha tenido referentes claros: la historia cultural de occidente y sus grandes libros. Un escritor usaba determinadas alusiones y un lector sabía a qué apuntaban. Pienso que en el futuro el horizonte cultural de los narradores será muy distinto. Esos referentes compartidos con el lector serán otros: la televisión, el cine, los videos, el pensamiento TED. Y esto irá más allá. Aventuro a pensar que el diálogo (en contraposición a la descripción o a la narración) será la manera más frecuente en que se escriban las novelas, casi asumiendo la forma material del guión. La novela ha incorporado a lo largo del tiempo todo tipo de cosas: la poesía, el ensayo, la filosofía, ha incorporado el pensamiento. Esta personalidad voraz la seguirá teniendo.

Mi cuarta conjetura es que veremos una literatura escrita a la manera en que los DJ hacen música. La remezcla es un procedimiento que la novela también incorporará. Veremos obras en las que la herramienta del copy paste será la forma de armar el texto. El viejo sueño de Walter Benjamin de “producir una obra que consistiera únicamente en citas”. La idea de ensamblar material muy diverso será también parte del arte de la ficción, también la novela por entregas.

En 1990 solo el 3% de la población usaba teléfonos móviles, hoy son 2 tercios de la humanidad. La explosión de la conexión entre personas también llegará la ficción. En este sentido conjeturo una tendencia a escribir y consumir textos más cortos. Los relatos y la nouvelle pueden ser grandes protagonistas.

Javier Marías, consultado sobre el futuro de la novela dijo: “La novela es hija de su tiempo”. “Se seguirán escribiendo porque la novela es un género extraordinariamente fuerte, extraordinariamente resistente y extraordinariamente sensible”. Yo convengo.

Sin embargo, nadie puede dejar de reconocer que no nos relacionamos de la misma manera con la palabra impresa. La gente ya no leerá novelas intentando comprender niveles profundos de la realidad, un orden, la visión totalizante de humanismo. Me temo que esa ya no será la función de la literatura. No digo que ese tipo de novelas no se escriban (la aspiración a escribir una novela “total”), sino que la novela ya no representará la orientación central de la cultura, de la vida creativa, tal y como ha sido hasta ahora. La manera en que el lector se relacionará con la ficción será distinta. Pero quizás esto es objeto de otro debate…

El desafío de los editores seguirá siendo descubrir y dar visibilidad al talento, a ese que interpreta mejor su tiempo.

Este artículo recoge la intervención de Pilar Reyes en el Forum Edita, celebrado en Barcelona el día 7 de julio de 2017.

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