Cuando comunicamos decimos muchas más cosas sin decirlas que articulando sonidos con la boca. El lenguaje no verbal, tan fascinante como imprevisto, es más sincero y menos controlable que las palabras, y por eso muchas veces nos delata. El autor francés Joseph Messinger ha recopilado movimientos corporales y su significado oculto en el libro Ces gestes qui vous trahissent (First Éditions). En este artículo recopilamos diez gestos que nos revelan la mentira, la angustia, la confianza o la voluntad de seducción de nuestro cuerpo. Movimientos que nos traicionan, como dice Joaquín Sabina, por decir lo que pienso sin pensar lo que digo.
Las axilas
Las axilas son los vértices del optimismo y del pesimismo. Es suficiente con un tic gestual tan corriente e inofensivo como poner la mano bajo el hombro para saber si somos más positivos o depresivos. El optimista refugia la mano derecha bajo el hombro izquierdo y la palma de la mano bajo la axila entra en contacto con los latidos del corazón. La axila izquierda es el rincón simbólico del optimismo; mientras el corazón late, todo funciona.
Quien refugia su mano izquierda bajo el hombre derecho, por el contrario, tiene el sentimiento de ser percibido de manera negativa por su entorno. Este gesto es un reflejo de inseguridad y de sensación de rechazo. El pesimista también pone las dos manos bajo las dos axilas al mismo tiempo: actitud sintomática de un estado de depresión, de agotamiento, que suele ser una reacción provocada por el exceso de trabajo, habitual en individuos superados por las responsabilidades.
El apretón de manos
Dar la mano a otra persona es un gesto en señal de bienvenida, de apariencia formal y agradable. Pero hay salutaciones y bienvenidas que esconden intenciones que no lo son tanto. Es el caso, por ejemplo, de la persona que os aprieta la mano derecha y os coge o el codo o el bíceps derecho con su mano izquierda: esto es una señal que evidencia su intención de manipularos desde el primer momento. ¡Atención con quién os salude de esta guisa!
La mirada
En cualquier situación comunicativa, las miradas son muy significativas. Cuando vuestro interlocutor os observa con una mirada oblicua, con la cabeza girada ligeramente hacia la izquierda o la derecha, está adoptando una actitud de desafío, que representa su miedo de ser cazado en un flagrante delito de ingenuidad.
En cambio, cuando alguien os observa desde abajo significa que le causáis impresión.
Hay otras miradas que se potencian con la posición de las manos, más concretamente los dedos, y en el caso que ilustramos a continuación, del índice. El hombre de la imagen disimula los labios con el dedo: un gesto típico de un individuo fanfarrón.
La sonrisa: ¿decidido o indeciso?
Quien se ríe inclinando la cabeza hacia atrás con la garganta desplegada, sin restricción, es una persona que sabe tomar decisiones y a la que no le afectan las dudas.
El indeciso, en cambio, acostumbra a hacer gestos que delatan su actitud vacilante, como la ocultación de la nariz o de la boca con la mano izquierda. Si este gesto se hace con la mano derecha puede significar vergüenza o molestia. En ambos casos, la persona muestra sin querer su vulnerabilidad.
Las cejas y los labios en una sonrisa
No solamente la posición de la cabeza o los gestos de las manos ayudan a determinar el carácter o las intenciones de las personas cuando sonríen. La posición de las cejas y los labios también es muy sintomática, como sucede con la gente que sonríe sin enseñar los dientes y con las cejas ligeramente arqueadas.
Las personas que mantienen los labios cerrados cuando sonríen son reflexivas, frías, con las cosas bajo control, y expresan poco o nada sus emociones, inhibiéndolas o reprimiéndolas. De hecho, sus sonrisas pueden acercarse más a una mueca de menosprecio que a una señal de simpatía. Es una sonrisa típica entre las “personas de poder”.
Los peinados: flequillo de lado
El flequillo de lado no se lleva para disimular, sino para mostrar la mirada juguetona de una persona sensual. La intención cambia, no obstante, dependiendo del ojo que se oculta detrás de los cabellos. Escondiendo el ojo derecho se afirma la necesidad de dominio erótico mientras que, por el contrario, disimulando el izquierdo se aprecia una señal de sumisión (amorosa, en este caso). Esta norma se aplica a las persones diestras; en cuanto a los zurdos, solo se tienen que invertir las coordenadas para descubrir qué revelan sus peinados.
Manos y cabellos
Cuando alguien que tiene los cabellos largos se los coloca sistemáticamente detrás de las orejas está confirmando su oportunismo. Para aprovechar las oportunidades, es necesario desembarazar las orejas.
Las caderas
Mientras que poner la mano derecha sobre la cadera correspondiente es un gesto que denota vanidad o futilidad, la mano izquierda sobre la cadera izquierda retrata a una persona impaciente y más bien orgullosa.
Poner las dos manos sobre las caderas al mismo tiempo indica orgullo o cólera, pero también es un reflejo de la imagen social, asociada a una carencia de seguridad, por lo que este es un gesto habitual en el registro de movimientos de la persona observada.
Muslos i nalgas
Cuando una mujer se acaricia inadvertidamente los muslos con un movimiento regular de ida y vuelta, el gesto habla por sí solo; la mímica de la penetración es evidente. Así mismo, cuando se acaricia o pretende acariciarse las nalgas pasando las manos abiertas sobre los pantalones, experimenta su necesidad de sexo.
Los (dedos de los) pies
Los pies doblados bajo la silla apoyados sobre los dedos sin que los talones toquen el suelo indican fatiga: miedo a no gustar o bien una voluntad de sumisión, aunque también es una postura recurrente entre la gente que tiene hambre y está esperando la comida.
La recopilación de estos gestos que nos traicionan está extraída del libro Ces gestes qui vous trahissent, de Joseph Messinger, así como los dibujos que los ilustran.